La búsqueda de la paz

En estos tiempos turbulentos, llenos de temor, pánico e incertidumbre podemos percibir que existe un clamor desde el interior de cada persona, es una voz interna que pide encontrar quietud, calma, confianza; en el fondo entendemos que es una búsqueda de paz.

Este clamor interno no es audible, no se puede graficar. Hoy en día podemos verlo traducido en el aumento de consultas al psicólogo, alta demanda por clases de yoga, consultas por terapias orientales, etc., todo en pos de conseguir la tan anhelada paz, esa sensación de descanso en medio de todo lo que se está viviendo. Muchos creen que estas terapias y clases son la respuesta a sus necesidades, pero la verdad es que solo ofrecen una tranquilidad pasajera fundada principalmente en cambiar el estado anímico de las personas.

El mundo entero piensa que tenemos paz cuando no hay adversidades cuando todo está en calma. Esto es totalmente fuera de la realidad, ya que es en medio de las aflicciones y las adversidades donde se ve si verdaderamente existe paz en nosotros.



Usualmente la paz se pierde cuando surgen los problemas, eso es el común denominador para todos los seres humanos. Debemos entender que al perder la paz dejamos de tener dominio sobre las circunstancias que nos rodean y no sabremos pensar adecuadamente ante todas las situaciones y circunstancias que vengan a nuestra vida.

La Biblia expone con claridad este tema y deja en claro el verdadero significado de la paz, su existencia y como se puede obtener. Como creyentes entendemos que la única fuente de paz está en Dios, y que fuera de él no la hay.

"y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardara vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7

Al leer este verso entendemos que existe primero que todo una paz de Dios y que esta paz sobrepasa nuestra capacidad de entendimiento, o sea que en el fondo no alcanzamos a entender que es lo que abarca esta paz. Otro punto importante es que esta paz guarda nuestros corazones y mentes, actuando como una coraza o defensa.

- ¿Podríamos la mayoría de nosotros fácilmente responder que tenemos esta paz?
- ¿Quién realmente tiene esta paz de Dios?
- ¿Cómo podemos obtenerla?

Es muy diferente decir que se tiene paz a sentir verdaderamente la paz de Dios en nuestro corazón. Antes de seguir el tema y dar respuesta a si tenemos esta paz o no y cómo podemos obtenerla, centrémonos en comprender cómo se manifestó esta paz y de qué forma en estos días es verdaderamente efectiva y por ende la solución a este clamor interno que expusimos en las primeras líneas. La paz en las escrituras se manifestó en etapas. Veamos cuáles fueron:

1º etapa, el nacimiento de Jesús

“… gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes él se complace.” Lucas 2:14

En el momento en que nace el Hijo de Dios, Jesús, se cumplieron las profecías judías referentes al tiempo en que vendría un Rey, un gran Rey que traería paz a toda la tierra. Una de estas profecías es la descrita por el profeta Isaías en el siguiente versículo:

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Isaías 9:6

2º etapa, su muerte y resurrección

“… la paz os dejo mi paz os doy; no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” Juan 14:27

En el momento en que Jesús muere y resucita hace un anuncio a sus seguidores, un anuncio que determina la posición que ellos tendrían cuando enfrentaran tiempos de temor, de angustia, de incertidumbre. Es claro el mensaje de confianza en la paz de Dios expresado por Jesús a sus discípulos.

La paz de Dios de la cual hablamos se manifestó a través de Jesús. Su venida a esta tierra trajo a nosotros la posibilidad de tomar esta paz y hacerla parte fundamental de nuestras vidas. Ahora bien ¿cómo podemos obtener esta paz de Dios? La forma de obtener esta paz es reconociendo el señorío de Jesús.

¿Que entendemos por señorío de Jesús?

El señorío de Jesús es el completo sometimiento a su voluntad, sabiendo que Él fue quien dio su vida por nosotros en la cruz, que murió y resucitó y que hoy día al igual que a sus discípulos les dice a todos los que creen en él que pueden tomar de esa paz, no la paz del mundo sino la verdadera paz que viene del cielo. Las escrituras nos hablan en Isaías 9 versículo 7 lo siguiente:

“Lo dilatado de su dominio y la paz no tendrán fin”

Esta es la paz que Dios promete darnos si estamos bajo su cuidado y protección, una paz eterna y duradera. El día malo vendrá a nuestras vidas tarde o temprano y todos vamos a pasar por preocupaciones, angustias y temores. Pero está en nosotros el decidirnos a experimentar la verdadera paz y confianza que necesitamos.

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