Los abismos del Alma

Los abismos de nuestra alma son habitaciones, lugares profundos de nuestro ser que reflejan áreas muchas veces desconocidas para nosotros. Nuestra alma es a la vez parte de nuestra naturaleza terrenal y parte de nuestra naturaleza celestial actuando como un reproductor de lo natural y lo celestial. Los abismos son habitaciones o profundidades donde se deposita parte del cielo que se debe manifestar en la tierra, y también muchas veces parte de tinieblas. Entendemos entonces que en nosotros pueden existir habitaciones de luz y también habitaciones de tinieblas.

Jonás 2:5 Me rodearon las aguas hasta el alma, el gran abismo me envolvió, las algas se enredaron a mi cabeza.

Isaías 38:17 He aquí, por mi bienestar tuve gran amargura; eres tú quien ha guardado mi alma del abismo de la nada, porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados.



Estos abismos son esos lugares de nuestra personalidad que no entendemos debido a que la luz de Cristo no ha resplandecido en ellos. David decía al Señor líbrame de los pecados que me son ocultos, o sea el entendía que habían profundidades de su alma que aún no resplandecían con la luz.

¿Cómo son los abismos?

Por ejemplo, existen habitaciones en nuestra memoria donde la mente almacena recuerdos y en la eternidad esos episodios se repiten en el tiempo. No es que ya pasaron sino que como son almacenados en un lugar eterno estos se reproducen de continuo. Esto la ciencia lo llama "deja vu". Debemos aprender entonces a guardar en nuestra mente solo lo correcto, ordenarle a nuestra mente no almacenar cosas que no le edifican. Una persona guarda el recuerdo de una violación, y si tinieblas llenan este depósito pues lo traerán de continuo a memoria sin sanidad.

Salmos 42:6 Mi alma está abatida dentro de mí, Por tanto, me acordaré de ti desde la tierra del Jordán, Y de los hermonitas, del monte Mitsar.
42:7 Un abismo llama a otro abismo con el rumor de tus cascadas, Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.

¿Como reconocemos nuestros abismos?

A través del Espíritu Santo ya que Él es quien escudriña los corazones y las mentes.

1 Crónicas 28:9 En cuanto a ti, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele de todo corazón y con ánimo dispuesto; porque el SEÑOR escudriña todos los corazones, y entiende todo intento de los pensamientos. Si le buscas, El te dejará encontrarle; pero si le abandonas, El te rechazará para siempre.

Salmos 26:2 Examíname, oh SEÑOR, y pruébame; escudriña mi mente y mi corazón.

Proverbios 20:27 Lámpara del SEÑOR es el espíritu del hombre que escudriña lo más profundo de su ser.

Romanos 8:27 y aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque El intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios.

1 Corintios 2:10 Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios.

Apocalipsis 2:23 'Y a sus hijos mataré con pestilencia, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las mentes y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras.

¿Como enfrentamos estos abismos?

Los abismos del alma, tal cual las profundidades del seol necesitan conocer la gloria de Dios. Necesitan ser llenados de la presencia del Señor. Debemos ser una habitación íntegra para el Señor, de tal forma que le adoremos con la plenitud de nuestro ser.

Efesios 2:20 edificados sobre el fundamento de los Apóstoles y Profetas, siendo la piedra angular el mismo Cristo Jesús, 21 en quien, bien trabado todo edificio, crece hasta llegar a ser un Templo santo en el Señor; 22 en el cual también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

Debemos determinar cerrar ciclos mirando lo pasado con otros ojos y extendernos hacia lo que está adelante.

Filipenses 3:13 Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante.

2 Corintios 2:1 Pero determiné conmigo mismo no ir otra vez a vosotros con tristeza.
Nuestra alma tiene muchos abismos y es nuestra responsabilidad el llenar cada habitación de nuestro ser con la plenitud del Señor.

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