Resguardando nuestra cosecha

El diablo aborrece la cosecha, esta cosecha es la generación que viene después de nosotros. Nuestros hijos son el blanco de ataque del enemigo, porque ya ve que nosotros no vamos a flaquear. Esta generación incluye tanto hijos naturales como espirituales.

No hay nada más equivocado que pensar que porque nuestros hijos están en la iglesia están exentos de alejarse del Señor.

Debemos ser gente que prevé las cosas, ya que cuando suceden las consecuencias quedan igual aún cuando haya sanidad.
  
· Mateo 13
24 Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
25 pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
26 Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.
27 Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?
28 El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?
29 El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.
30 Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.


Todos tenemos un campo, un lugar donde invertimos trabajo para cosechar algo. El punto es que a veces no cosechamos lo que esperamos y nos preguntamos si fuimos nosotros el problema. Jesús supo distinguir las cosas y dice que es un enemigo el que sembró la cizaña. Entonces no somos nosotros el problema.

En el verso 25 dice que mientras dormían los hombres (que son los que sembraron) el enemigo sembró cizaña, esto porque el enemigo espera a que durmamos para operar. El error de los padres que pierden a sus hijos es que ellos se durmieron y no velaron como lo explica Pablo. No podemos relajarnos al velar por nuestro campo, sino que debemos estar constantemente vigilándolo.

Cuando David tuvo el problema con Absalón sin duda que él nunca se imaginó lo que estaba sucediendo con su hijo. Lo que era una realidad para los demás, que Absalón tramaba traición contra su padre, jamás se lo imaginó.


· Génesis 11
6 Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.


Para Dios nuestras decisiones son respetadas, y no puede ir en contra de ellas. Una vez que la semilla está puesta no se puede separar la cizaña, porque se dañaría la semilla. Entonces el punto es no dormirse mientras el campo deba dar fruto.

Siempre va a haber oposición del enemigo a que se manifieste nuestra cosecha. En la medida en que mejoremos en áreas de nuestra vida el enemigo se va a levantar en contra nuestra.

No debemos dejar todas las cosas en las manos de Dios. Hay cosas que yo debo hacer y no Dios, ya que yo estoy para velar y no dormirme, eso no lo hará Dios.

Nuestra oración debe ser:

· Vengo a destruir toda obra de Satanás que se ha levantado
· Vengo en contra de todo decreto del diablo que se ha levantado contra mis hijos.
· Vengo a quebrar todo poder del infierno que se levanta en contra de que tenga buen trabajo.

Cuando la semilla ha caído a tierra nuestra reacción es distinta, o sea no es pasiva sino que se preocupa de velar porque la cosecha se produzca, es violenta.

Hay un enemigo terrible que se llama pasividad (es como una serpiente, traicionero) que no se percibe, y se manifiesta dejándonos en una situación de inactividad. Los frutos nos ayudan a ver cuando hay algo malo adentro de la siembra, y esto se debe a que en la parábola se relata que lo malo fue visto cuando ya la semilla había crecido.

Entonces tenemos 2 puntos que son los siguientes:

1. Nosotros no podemos hacer nada que el Espíritu Santo no pueda hacer
2. Es muy importante pesar el corazón de los demás

Oremos para el Padre a través de Su Espíritu nos permita velar por nuestra cosecha y no dormirnos en tiempos difíciles.

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